Descripción
La Ciudadela de Carcassonne se conoce, ante todo, como una ciudad medieval fortificada. Pero su historia es más bien antigua: oppidum transformado en el siglo primero antes de nuestra era en ciudad romana, en el siglo XI la Ciudad pasa a ser posesión del potente vizconde Trencavel que domina entonces el Bajo-Languedoc. Al término de la Cruzada contra los Albigenses, la Ciudad, dotada con nuevas fortificaciones, se convierte en una de las plazas fuertes emblemáticas del reino, en la frontera que separa Francia y el Reino de Aragón, seguidamente el Reino de España.
La construcción del recinto exterior y la modernización de la muralla interior transforman a esta plaza en una fortaleza inconquistable.
Con el Tratado de los Pirineos en 1659 que anexiona el Roussillon a Francia, la Ciudad pierde su rol estratégico, dejando al abandono sus obras defensivas. En el siglo XIX, gracias a la acción conjunta de los habitantes de Carcassonne y de los Monumentos Históricos que encomiendan su restauración a Eugène Viollet-le-Duc, la antigua fortaleza recuperó su fisionomía anterior. La UNESCO la ha inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
Sigue siendo el más formidable conjunto fortificado que aún puede admirarse en Europa. Una verdadera antología de piedra: a lo largo de sus tres kilómetros de murallas, a través de sus 52 torres, de sus dos monumentales puertas, de sus barbacanas, de su castillo y Basílica, en el laberinto de sus murallas almenadas, sus escaleras, pasos en zigzag y pasajes abovedados, puede leerse como en un libro abierto toda la arquitectura de la Edad Media.
En la cara oeste de la fortificación se apoya el castillo que fue construido en el siglo XII por los vizcondes Trencavel. Modificada sin cesar en el transcurso de los siglos siguientes, es una verdadera «fortaleza en la fortaleza», que alberga en nuestros días un museo lapidario. Presenta una importante colección de vestigios procedente de la Ciudad y de la región: escultura regional desde la época galorromana hasta el siglo XVII, estelas, sarcófagos, capiteles, pila de la Abadía de Fontfroide (siglo XII), magnífico calvario (siglo XV), pinturas murales, estatuas,…
La Basílica de Saint Nazaire se terminó en la primera mitad del siglo XII. Reformado varias veces, el edificio combina armoniosamente los estilos románicos y góticos, y posee las más bonitas vidrieras del sur de Francia (siglos XIII y XV). Pierde su estatuto de catedral en 1801 pero recibe en 1898 el título de Basílica.